Las últimas semanas de 2024 hay mucho revuelo en Fámira. Ante la próxima coronación del monarca Pedro Segismundo de Sacarta, se han desencadenado varios debates en las esferas de poder.
Algunas tensiones políticas con sectores opositores han puesto en duda el liderazgo nacional, impulsando así la búsqueda de una solución radical: Transformar Fámira desde una monarquía tradicional hacia un modelo más complejo y centralizado.
Se espera acabar con disputas ideológicas arrastradas desde los inicios de la micronación. Pero en Fámira hay quienes temen que la eliminación de los partidos políticos, medida propuesta por Constantino IV Megalopoulos y el Catalfurión Raúl Pissadomarión, conduzca a una concentración excesiva del poder en manos de la corona, silenciando las voces disidentes y erosionando la democracia.
En medio de esta incertidumbre, ya se empezó a trazar una hoja de ruta para 2025. Mientras las reformas siguen en marcha, la Comandancia Fámirana, el principal pilar del orden público en la micronación, enfrenta su propia crisis, desatada por la renuncia repentina de su comandante, que ha dejado un vacío de poder.
El próximo 18 de diciembre, las urnas decidirán quién tomará las riendas de este organismo vital, pero el peso de la decisión recae sobre los hombros del pueblo fámirano.